Novena a la esclarecida Santa Brígida.

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Oración para todos los días.
Gloriosa princesa y Madre Santa Brígida, modelo perfectísimo de todas las mujeres en los estados de virgen, casada, viuda y religiosa; si es para mayor gloria de Dios y de mi alma que yo consiga lo que deseo y pido en esta Novena, alcanzadme de vuestro Divino Esposo esta gracia, sino, dirigid mi petición y pedid para mí a Dios aquello que mas convenga para gloria suya, honor vuestro y provecho de mi alma, Amén.
Se rezará después tres Padre Nuestro, tres Ave María, en reverencia a la Santísima Trinidad, de quien fue la Santa devotísima y de quien recibió singulares favores.
Oración final para todos los días.
Con el corazón lleno de confianza, recurrimos a vos, gloriosa, Santa Brígida, para implorar, en estos tiempos de tinieblas y de incredulidad, vuestra intercesión en favor de que aquellos que se hallan separados de la Iglesia de Jesucristo. Por aquel conocimiento tan claro que tuvisteis de los crueles padecimientos de Nuestro Salvador Crucificado, precio de nuestra redención, os suplicamos que obtengáis la gracia de la fe a los que están fuera del único redil a fin de que las ovejas dispersas puedan volver al único verdadero Pastor. Por Jesucristo Nuestro Señor, Amén.
Santa Brígida, intrépida en el servicio de Dios, rogad por nosotros.
Santa Brígida, admirable en el amor de Jesús y María, rogad por nosotros.
*Un Padre Nuestro, Ave María y Gloria.

Día Primero.
Jesús mio dulcísimo, Esposo Divino de la gloriosa princesa y Madre Santa Brigida que fue ilustrada desde sus tiernos años con una fe vivísima en los misterios que debemos creer y os sirvió de celestial oráculo,por donde inspirabais muchos misterios y verdades de nuestra santa fe,a los Reyes, Obispos y Sumos Pontífices; suplicoos concedáis una fe viva, Jesús mío, por la esclarecida fe de esta nobilísima esposa vuestra, me concedáis una fe viva, que gobierne todas las acciones de mi espíritu y la gracia que os pido en esta novena, si es para mayor gloria de Dios y bien de mi alma, Amén.

Día Segundo.
Esperanza.
Jesús mío dulcísimo, Esposo Divino de la gloriosa Princesa Madre Santa Brígida, que abrazada con una firmísima esperanza emprendió largas peregrinaciones por mar y tierra, entre trabajos y riesgos de la vida, insoportables a otro espíritu menos gigante o que no estuviese animado de la heroica esperanza en un Dios omnipotente; suplicoos, Jesús mío, por la esperanza de esta amabilísima esposa vuestra, me concedáis una esperanza cierta de vencer cuantos trabajos y molestias puedan retar mi perfección y salvación eterna y la gracia que os pido, en esta novena, si es para mayor gracia de Dios y bien de mi alma, Amén.
Se reza el acto de contrición y las oraciones para todos los días.

Día Tercero.
Amor a Dios.
Jesús mío dulcísimo, Esposo Divino de la gloriosa Princesa Madre Santa Brígida, que vivió tan abrasada en los incendios de Vuestro amor, sin otro abrigo resistía los rigurosos fríos de Suecia, de suerte que no causaba en su penitente y delicado cuerpo las destempladas impresiones de aquel helado clima, suplicoos, Jesús mío me concedais, por el amor de esta nobilísima Esposa vuestra, un amor a vuestra Majestad, tan inflamado que abrase mi espíritu y penetre todo mi corazón, de suerte que no puedan enfriarla las destempladas miserias del mundo y me sirva contra la frialdad de mis culpas y tibiezas, como también la gracia que os pido en esta Novena, si es para mayor gracia de Dios y bien de mi alma, Amén.
Se reza el acto de contrición y las oraciones para todos los días.

Día Cuarto.
Amor al prójimo.
Jesús mío dulcísimo, Esposo Divino de la gloriosa Princesa Madre Santa Brígida, cuyo ardiente amor al prójimo y celo de la salvación de las almas muestran los innumerables trabajos que padeció, los cuidados que empleó con cuantos podía contribuir a este santo fin y la orden Santísima que fundó para formar en ella varones Apostólicos y mujeres que aspirasen a ser espíritus seráficos, suplicoos, Jesús mío, me concedaís, por este ardiente celo de vuestra Nobilísima Esposa, un amor a mi prójimo tan perfecto, que procure la savación de todos con mis oraciones, solicitud y ejemplo y también la gracia que os pido en esta Novena, si es para mayor gracia de Dios y bien de mi alma, Amén.
Se reza el acto de contrición y las oraciones para todos los días.

Día Quinto.
Paciencia.
Jesús mío dulcísimo, Esposo Divino de la gloriosa Princesa Madre Santa Brígida, a quien adornásteis con una paciencia invicta en los muchos trabajos a que la expuso la variedad de estados en que la quiso perfectísimo ejemplar vuestra Providencia, ya que la guió, siendo ya religiosa, vuestro Soberano Espíritu, inspirado las prolijas peregrinaciones y negocios arduos sobre el estado y sexo de una mujer, suplicoos, Jesús mío, por la invencible paciencia de esta nobilísima Esposa vuesta, una paciencia constante, que me fortalezca en las penalidades de esta vida y combates interiores de mi espíritu y la gracia que os pido en esta Novena, si es para mayor gracia de Dios y bien de mi alma, Amén.
Se reza el acto de contrición y las oraciones para todos los días.

Día Sexto.
Humildad.
Jesús mío dulcísimo, Esposo Divino de la gloriosa Princesa Madre Santa Brígida, que aun entre las grandezas de su palacio se humillaba y abatía hasta los pies de los pobres, lavándoselos y besándoselos con profundísima humildad, después de haberles servido la comida que les preparaba como si fuese esclava de los mendigos más desvalidos; suplicoos, Jesús mío, me concedáis , por la humildad de esta nobilísima Esposa Vuestra, una humildad sólida y sincera, que me haga practicar los oficios humildes de mi estado y más propios de verdadero siervo de Jesucristo y la gracia que os pido en esta Novena, si es para mayor gracia de Dios y bien de mi alma, Amén.
Se reza el acto de contrición y las oraciones para todos los días.

Día séptimo.
Oración.
Jesús mío dulcísimo, Esposo Divino de la gloriosa Princesa y Madre Santa Brígida a quien favorecisteis con el don de una oración altísima desde los años de su discreción tierna por todos los estados de su vida, y en los últimos de viuda la elevaste a una contemplación sublime, en que descubrió maravillosos secretos, con portentosas revelaciones, aprobadas para mayor seguridad por los Concilios de Constanza y de Basilea; suplicoos, Jesús mío, me concedáis, por esta perfecta oración de vuestra nobilísima Esposa, el don de una oración perfecta en aquel grado que me conviene para mi salvación eterna, y la gracia que os pido en esta Novena, si es para mayor gracia de Dios y bien de mi alma, Amén.
Se reza el acto de contrición y las oraciones para todos los días.

Día octavo.
Penitencia.
Jesús mío dulcísimo, Esposo Divino de la gloriosa Princesa Madre Santa Brígida, que con asombro pocas veces visto en los palacios, ejercitó entre las delicias que lisonjean y halagan la de delicadeza de una princesa ilustre, los rigores de las penitencias más asperas que se admiran en los anacoretas de los desiertos y siendo Madre de las Religiosas, sirvió, con sus mortificaciones, de admiración y ejemplo a sus hijas; suplicoos, Jesús mío, me concedáis por la rigurosa penitencia de esta nobílisima Esposa Vuestra, que yo trate mi cuerpo con los rigores que merecen mis culpas, sin excusarme con el pretexto de la edad, estado, sexo o delicadeza y la gracia que os pido en esta Novena, si es para mayor gracia de Dios y bien de mi alma, Amén.
Se reza el acto de contrición y las oraciones para todos los días.

Día noveno.
Devoción a María Santísima.
Jesús mío dulcísimo, Esposo Divino de la gloriosa Princesa Madre Santa Brígida, que siendo niña mereció ver a vuestra Santísima Madre, que vestida de gloria, la llamaba y le ofrecía la celestial corona que en la mano llevaba y en fin le hacia el inestimable favor de coronarla con ella y después, en el resto de su vida, recibió frecuentes visitas y singulares regalos de esta benignísima Madre de almas puras, suplicoos, Jesús Mío, me concedaís, por la fervorosa devoción de esta nobilísima esposa vuestra, a vuestra Santísima Madre, que yo sea tan verdadero (a) y sólidamente devoto(a) de Nuestra Madre Purísima, que merezca ser coronada por su Majestad en el cielo con la inmortal corona de la gloria de Dios y bien de mi alma. Amén.

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