(…)La Enfermera Bonnie L. McClory trabajaba como técnica Obstetricia en el servicio de maternidad en un «gran hospital Metropolitano». Preparaba su graduación como enfermera y seguía un curso de formación en las salas de parto. A veces, los bebés nacían vivos. Otras veces, los bebés nacían muertos, víctimas de abortos salinos.(…)McClory explica que ella era la sola provida en su clase:
En la clase, me consideraban una rebelde, tenía ideas provida debido a mis propias experiencias tuve un embarazo a los 17 años y mi madre a los 18 años. (…)
Mis compañeros no parecían sentirse mal por la práctica en la que se realizaba un aborto de primer trimestre. Estaba sentada entre ellos, las lágrimas corrían en mi blusa blanca; ellos hablaban del guapo Interno que había realizado el aborto y de la suerte tuvo la paciente al su vida normal. Reprimí la náusea que me provocó el ver las pequeñas partes del bebé que el residente había retirado del útero de la adolescente, para asegurarse de que todo había salido. Más tarde, como obstétrica técnico fue llamada para ayudar durante el aborto salino.
«Los abortos salinos eran cada vez más frecuentes en el servicio de maternidad, he aquí el horrible procedimiento»
«En primer lugar, el doctor aplica anestesia local en una pequeña sección de la piel del abdomen de la madre. Entonces, una aguja larga se inserta en el útero a nivel de la zona anestesiada. Una cantidad bastantec grande de líquido amniótico se extrae del útero y se reemplaza por la solución salina la cual provoca la ruptura de las células fetales. La muerte sobreviene, pero no hasta que el feto se ha convulsionado en la agonía. A veces, las madres pueden sentirlos según el tiempo del embarazo.»
He aquí la descripción de un horrible «nacimiento»
(…) Una vez, vi un doctor jalar tan duro que separó el cuerpo de la cabeza atorada. Por supuesto, el feto ya estaba muerto, pero estaba tan horrorizado como yo. (…)
La mayoría de las pacientes eran sedadas; estaban apenas conscientes de que su bebé muerto era transportado en un recipiente. Algunas, sin embargo, estaban despiertas y pero la mayoría estaban agitadas, algunas histéricas otras preguntaban al sexo de los fetos abortados.
McClory fue confiado a la tarea de administrar los cuerpos de los bebés y prepararlos para el envío al laboratorio de patología donde ellos eran disecados.(..)
El aborto que la hizo renunciar.
«Cuidaba a una adolescente cuya labor de parto había comenzado después de un aborto salino.»
«Ví su expediente, indicaba que el embarazo era de menos de 20 semanas… Tenía el paquete de nacimiento » (…)
«Antes de que tuviera tiempo para presentarme, y menos aún para tomar signos vitales, ví q que estaba a punto de dar a luz. Apreté el botón para pedir ayuda, abrí el paquete para el nacimiento, me puse los guantes estériles y saque una niña muerta de 1,8 kg, aproximadamente 40 cm de largo, con la cabeza cubierta de cabello. Traté de ocultar el cuerpo a la paciente, pero ella lo vio y comenzó a gritar. «Es un bebé! ¡Mi bebé! ¡Mi bebé!(…)
McClory continúa su relato:» cuando el doctor llegó, me dijo que me llevara la «muestra»al lavadero. Mientras me llevaba al bebé, el médico inyectó a la chica un narcótico de gran alcance y sus gritos se convirtieron en lágrimas. El bebé era demasiado grande para caber en los contenedores habituales.
Al ver esto, la jefa de enfermeras dijo a McClory de cubrirlo con una sábana limpia y llevar el feto a la morgue. McClory describe al bebé abortado:
Era hermosa, incluso en la muerte. La limpié suavemente sequé su piel para que no despellejarla. Su pelo era sedoso era ligeramente ondulado. Tenía las pestañas largas, pómulos altos y un pequeño hoyuelo en la barbilla. Sus dedos eran largos y delicados, con pequeños uñas en sus extremos.
Lo sostuve en mi brazo izquierdo, contra mi corazón – y derramé unas gotas de agua sobre la frente fría.
Mis lágrimas se mezclan con agua mientras la bautizaba. «Si eres capaz de recibir este Sacramento, yo te bautizo en nombre del padre, del hijo y del Espíritu Santo. Amén. «Y entonces la apreté contra mí y lloré e hice lo que cualquier madre haría le dí un beso en la parte superior de su cabecita. En ese momento me di cuenta de que este sería el único beso que recibiría.
Tomé los documentos necesarios y tomé el ascensor de servicio. En ese momento, oí que una mujer preguntaba a la Secretaría si podía ver a su hija. El nombre que fue la de mi paciente.
Me detuve y lancé una mirada sobre mi hombro. Una pareja de 40 años, bien vestida, estaba parada allí. Ella tenía varios anillos de diamantes en sus dedos largo y finos. Tenía el pelo ondulado y un hoyuelo en la barbilla. La cólera me subió a la cabeza y tome toda mi fuerza para no gritar. (…)
¿Por qué un aborto tan avanzado fue permitido? McClory lo descubrió rápidamente:
En el servicio de maternidad, la enfermera en jefe me llevó a su oficina para ver si estaba bien, Le dije : «Nancy, ¿cómo pudo el médico creer que este bebé de 8 meses tenía sólo 18 semanas? (…)Entonces me respondió:»Mírame, .Sus ojos estaban húmedos, como si fuera a llorar. «El médico Sabía que su embarazo estaba avanzado. Los padres del paciente son sus amigos. No digas más. (…)
Al final de su jornada de trabajo, McClory presentó su renuncia. Ya no iba a tratar de razonar. Ella no podía ayudar jamás a realizar ningún aborto. En la actualidad se encarga de ayudar a las mujeres embarazadas en problemas.
Articulo Sara Terzo de LifeNewsActions. Traducción y edición libre CM