Noticia de liveActionNews.org
Por Christina Martin.
Traducción del inglés y edición Alejandro P. de www.catolicasmexico.com
Lunes, 03 de junio de 2013 9:54 EST
3 De junio del 2013 (LiveActionNews.org) – Iman Essiet no quería ser otra estadística. Sin embargo, esta hermosa mujer afroamericana quedó embarazada cuando tenía sólo 16 años. Iman vivía en Brooklyn, Nueva York, donde fue educada por su hermana mayor. Como la mayoría de las mujeres jóvenes, estába en busca de amor.
En el fondo de su corazón, Iman sabía que el aborto estaba mal. Ella era abiertamente atea y sus ideas acerca del aborto no provenían de una educación religiosa. No tenían nada que ver con la política tampoco. Iman siempre había dicho que nunca abortaría, porque el aborto era un asesinato. Lamentablemente, las circunstancias, pueden conducirnos a hacer cosas que no deberíamos.
Iman fue al Centro Margaret Sanger de Planned Parenthood de Nueva York para hacer un aborto. Le preguntaron si quería estar despierta o dormida para el procedimiento. Ella decidió estar dormida, con la esperanza de que sería más fácil. Iman se sentó en una sala con un consejero de planificación familiar antes del proceso. Sin embargo Iman no recuerda haber recibido ningún consejo.
Le preguntaron, «Quieres hacerlo?» Ella dijo: «Sí,» y llegó la hora del papeleo. Aunque tenía sólo 16, el consejero no le preguntó sobre lo que pensaban sus padres. Como Iman dijo en la entrevista, «yo era el adulto ese día.»
Comprendía realmente lo que estaba haciendo? Iman afirma que no. Recibió información sobre las opciones como centros de adopción o crisis de embarazo? Iman ni siquiera sabía que existían y que se encontraban en su vecindario. Para una organización que se enorgullece en ofrecer «opciones», Iman sentía que tenía sólo una. Ella creyó que su opción era abortar a su hijo o sufrir la pobreza de una madre adolescente. El consejero de Planned Parenthood reforzó estas ideas.
Después de su aborto, Iman intentó esconder el asunto bajo la alfombra. Un primo de su novio ayudó a olvidarlo diciéndole, «No deberías quedarte sola en casa sola, porque te sentirás triste». Pasó del tiempo, y la vida continuó como antes. Pronto, Iman quedó embarazada por segunda vez. Su hermana la escuchó hablar sobre el embarazo en el teléfono y le dijo que abortara. La historia se extendió en su familia y juntos la presionaron para que abortara al niño.
Iman tenía la firme convicción de no tener otro aborto. El padre del bebé no quería tener un niño. La madre de Iman la aconsejó, diciendo que el aborto era un proceso rápido. La madre de su novio también llamó para decirle: «Mi hijo es un bueno para nada, seguramente, no quieres tener un hijo suyo».
Aunque Iman resistió al principio, finalmente se encontró una vez más en el centro Margaret Sanger. Esta vez las cosas fueron diferentes. «No quiero abortar», le dijo al empleado de la clínica. «Mi familia me está obligando». El trabajador no pareció escuchar.
«Puedo ver el ultrasonido?» Iman preguntó. «No, absolutamente no,» dijo el trabajador. El trabajador nunca le dio una razón de por qué ella no podía ver su ultrasonido. Iman dijo: «Yo sé que habría guardado a mi bebé, de haber visto ese ultrasonido.»
El segundo aborto fue más difícil que el primero. Iman se volvió insensible a todo.No podía perdonar a su hermana. Creía que nadie se preocupó por ella. Ella sentía que Planned Parenthood le había puesto en una línea de montaje. No les importaba su bienestar. El trabajador de la clínica no quiso ayudarla cuando le habló del conflicto que vivía sobre su decisión. Ellos, como su familia, no les importaba su bienestar. Es el lema de Planned Parenthood, «Cuidado, pase lo que pase.» En la historia de Iman era más como, «Pase lo que pase, nos tienes sin cuidado.»
El segundo aborto de Iman no fue el último. En los años siguientes Iman tuvo tres abortos más. Era madre de cinco hijos, pero todos habían sido ejecutados. Viendo atrás, Iman cree que elegir el aborto la puso en un círculo vicioso. Su primer aborto adormeció su corazón; le hizo dejar de preocuparse por ella y los otros. Ella comenzó a pensar que tener abortos era sólo una parte normal de su vida. Se desconectó de sus propias emociones y del dolor.
Sin embargo en la época más oscura de su vida, brilló una luz de esperanza. Esa esperanza llegó en 2010 cuando Iman comenzó una relación con Jesús. Iman aceptó a Dios, y su vida comenzó a cambiar. Empezó a ir a la iglesia y supo recibir el amor que necesitaba desesperadamente.
Un día, cuando ella estaba oyendo un mensaje de un ministro llamado Jesse Duplantis, escuchó algo que llamó su atención. Jesse dijo que los bebés que murieron de aborto espontáneo o aborto estaban en el cielo. Dijo que las madres que fueron al cielo llegarían a ver a sus hijos de nuevo. Se trataba de un pensamiento reconfortante y sorprendente para Iman. Incluso, después de venir a Cristo, seguía reprimiendo el dolor de sus abortos. Ahora creía que Dios los estaba haciendo resurgir.
Una semana más tarde, en una conferencia de la iglesia, Iman tuvo una conversación con una mujer y su hija. La madre le dijo a su hija que le hablase a Iman de la caminata en la que iba a participar en aquel verano. La hija informó a Iman sobre un grupo de mujeres que iban a embarcarse en un viaje de 21 días de oración para el acabar con el aborto. Las mujeres estaban planeando ir a pie desde la clínica de aborto más grande en los Estados Unidos en Houston, Texas hasta las escaleras de la Corte Suprema de Dallas, donde la decisión histórica Roe v. Wade se aprobó por primera vez.
Iman, que es naturalmente audaz, dijo a la joven sobre el mensaje que había oído recientemente y sobre sus cinco abortos. La mujer la animó a participar en la marcha. Iman siguió su Consejo y se volvió miembro del equipo «Back to Life».
Caminar y orar por 21 días para acabar con el aborto abrió los ojos de Iman. Admitió no conocer la amplitud del problema del aborto. No tenía ni idea que Nueva York registraba una tasa de aborto extremadamente alta. Ella quedó devastada al conocer la historia de Planned Parenthood, de la eugenesia y de Margaret Sanger. No sabía que el aborto era el asesino, numero uno de los afroamericanos.
Iman creyó que Dios la estaba llamando para contender en la oración contra el aborto. Su familia, sin embargo, no estaba de acuerdo. No la apoyaron en su nuevo llamado. Incluso un amigo cristiano le dijo que estaba haciendo algo equivocado. Sin embargo, Iman perseveró a través del desaliento. Empezó a trabajar como voluntaria en un centro de emergencia de embarazo en Brooklyn, situado justo en medio de dos clínicas de aborto.
Años después de su conversión, Iman es ahora el líder de «Bound4Life Bronx», una ramificación clave del movimiento internacional de oración para poner fin al aborto. En 07 de junio de 2013, organizará una reunión de oración fuera del Margaret Sanger Center donde murieron sus cinco hijos.
Iman dijo que las reacciones de la gente sobre el número de abortos que ella practicó solían lastimarla. Sin embargo ya no está avergonzada de sus errores del pasado. Iman está de pie, valientemente para defender la vida. Y no está sola en la lucha.
Hay millones de afroamericanos que han sufrido el trauma del aborto. Afortunadamente, algunos como Iman son lo suficientemente valientes como para hablar de ello.