Rezando esta oración delante de un crucifijo, después de haber recibido la Santa Comunión, se gana indulgencia plenaria, con tal que se añada alguna breve oración,
un Padre Nuestro y un Ave María por la intención del sumo pontífice (Pío IX)
¡Oh! Mi amado y buen Jesús, postrado en vuestra santísima presencia; os ruego con el mayor fervor imprimáis en mi corazón vivos sentimientos de fe, esperanza y caridad, verdadero dolor de mis pecados y propósito firmísimo de enmendarme; mientras que yo, con todo el amor y con toda la compasión de mi alma, voy considerando vuestras cinco llagas, teniendo presente aquello que dijo de Vos, Oh buen Jesús, el Santo Profeta David: Han taladrado mis manos y mis pies, y se pueden contar todos mis huesos.