Artículo original de http://radiocristiandad.wordpress.com comentario de Alejandro P. para catolicasmexico.com
NECESITAMOS QUE ÉL REINE
Aquél por el que México luchó y murió hace 84 años. Sus enemigos los llamaron “Cristeros” por su grito de guerra: ¡Viva Cristo Rey! Ese bendito grito que empezó a oírse en nuestra Patria por primera vez en 1854, cuando los valientes soldados del católico General Miramón peleaban contra el ejército liberal de Júarez.
Ese grito viril de ¡Viva Cristo Rey! fue tomado por cada mexicano en 1914 , cuando se realizó el primer acto de culto público a Cristo Rey, con la bendición de San Pío X. Ese fue el grito que los Cristeros, soldados de Cristo, con su martirio lo esparcieron a todo el mundo.
¿Y porqué luchó y murió mi pueblo? Porque era necesario defender a la Religión Católica de la masonería que querían quitar a Cristo de sus altares y de nuestros corazones. Ante los atentados cometidos contra la Iglesia y ante Dios contra quien se rebelaron criaturas engañadas e hijos ingratos, con un lujo de tiranía y despotismo insoportables. La respuesta a este abuso fue: ¡Viva Cristo Rey! al luchar y al morir. El último aliento estaba dirigido a Aquél quién debería de ser el Rey de nuestra Patria, de nuestros hogares, de nuestros hijos y de los siglos venideros. Esa fue su herencia. A ellos debemos que aunque martirizada subsista en la conciencia de los mexicanos el amor a Dios, a la Santísima Virgen de Guadalupe y a la Religión Católica.
¿Y porqué no se habla de los Cristeros? Porque la historia la escriben los “vencedores”. Y fue la masonería la que se impuso. ¿Porque permitió Dios que los Cristeros fueran vencidos? No perdieron, consiguieron detener los planes anticatólicos de la masonería y la lucha continúa de diferente forma. En vez de dar la cara, el mal ahora se esconde, ataca a traición; en vez de matar sacerdotes, a muchos los pasa a su bando. La ideología liberal sustituye a Cristo en los corazones, con los vicios, con la incitación al mal, con la deformación de la educación. Mundo, demonio y carne hoy están reinando.
Hoy más que nunca debemos ponernos de pie delante de las injusticias y oprobios hacia la Iglesia de Dios, en un mundo relativista, alimentado por políticas que atentan contra la naturaleza humana. Políticas que quieren borrar toda herencia cristiana, toda consciencia moral y toda santidad en el mundo. Pidamos pues a Nuestra Señora, quien combatió al lado de los soldados de Cristo, que nos de fuerzas en el combate contra el mundo. Vence al mundo, demonio y carne ¡Guerra, guerra contra Lucifer!
Ella dará la victoria y el Cielo.