Hoy es fiesta solemne del Sagrado Corazon de Jesus.
Ojala, puedas visitarlo en el Sagrario, para adorarlo y hacer reparación por los ultrajes, blasfemias y la indiferencia que recibe, de parte de todos los pecadores.
Fuente de información. Cofradía del Santísimo Sacramento.
Himno.
Oculto en nuestros altares
Amante Redentor mío,
En tu Corazón nos das
La prenda de tu cariño.
El desprecio que padeces
De tanto ingratos hijos
Hoy queremos reparar
Con afectos encendidos.
Al Dulcísimo al amable
Corazón Santo y Divino
Se rindan adoraciones
Por los siglos de los siglos. Amén.
Santísimo y amabilísimo Corazón de Jesús, llena los corazones de tus fieles de tus sagrados y purísimos incendios.
Gloria al Santo, gloria al amable, gloria al Divino Corazón de Jesús. (tres veces). Padrenuestro, Ave María y gloria.
ORACION: Oh Corazón de Jesús, Dios y hombre verdadero, refugio de los pecadores y esperanza de los que en Ti confían. Tú nos dices amablemente: “Venid a Mí todos los que tenéis penas y angustias y yo os aliviaré. Aprended de Mí que soy manso y humilde de corazón y hallaréis la paz para vuestras almas.
Acto de desagravio de Pío XI
¡Oh dulcísimo Jesús, cuyo inmenso amor a los hombres no ha recibido en pago, de los ingratos, más que olvido, negligencia y menosprecio! Vednos postrados ante vuestro altar, para reparar, con especiales homenajes de honor, la frialdad indigna de los hombres y las injurias con que, en todas partes, hieren vuestro amantísimo Corazón.
Mas, recordando que también nosotros alguna vez nos manchamos con tal indignidad de la cual nos dolemos ahora vivamente, deseamos, ante todo, obtener para nuestras almas vuestra divina misericordia, dispuestos a reparar, con voluntaria expiación, no sólo nuestros propios pecados, sino también los de aquellos que, alejados del camino de la salvación y obstinados en su infidelidad, no quieren seguiros como a Pastor y Guía, olvidando las promesas del Bautismo, han sacudido el suavísimo yugo de vuestra ley.
Nosotros queremos expiar tan abominables pecados, especialmente la inmodestia y la deshonestidad de la vida y de los vestidos, las innumerables asechanzas tendidas contra las almas inocentes, la profanación de los días festivos, las execrables injurias proferidas contra vos y contra vuestros Santos, los insultos dirigidos a vuestro Vicario y al Orden Sacerdotal, las negligencias y horribles sacrilegios con que es profanado el mismo Sacramento del amor y, en fin, los públicos pecados de las naciones que oponen resistencia a los derechos y al magisterio de la Iglesia por vos fundada.
¡Ojalá que nos fuese dado lavar tantos crímenes con nuestra propia sangre! Mas, entretanto, como reparación del honor divino olvidado, uniéndola con la expiación de la Virgen vuestra Madre, de los Santos y de las almas buenas, os ofrecemos la satisfacción que vos mismo ofrecisteis un día sobre la cruz al Eterno Padre y que diariamente se renueva en nuestros altares, prometiendo de todo corazón que, en cuanto nos sea posible y mediante el auxilio de vuestra gracia, repararemos los pecados propios y ajenos y la indiferencia de las almas hacia vuestro amor, prometiendo, la firmeza en la fe, la inocencia de la vida y la observancia perfecta de la ley evangélica, sobre todo de la caridad, mientras nos esforzamos además por impedir que seáis injuriado y por atraer a cuantos podamos para que vayan en vuestro seguimiento.
¡Oh benignísimo Jesús! Por intercesión de la Santísima Virgen María Reparadora, os suplicamos que recibáis este voluntario acto de reparación; concedednos que seamos fieles a vuestros mandatos y a vuestro servicio hasta la muerte y otorgadnos el don de la perseverancia, con el cual lleguemos felizmente a la gloria, donde, en unión del Padre y del Espíritu Santo, vivís y reináis, Dios por todos los siglos de los siglos. Amén.