Supongo que todos los infectados por la teología liberal se habrán quedado hoy un tanto estupefactos al leer que el papa Francisco ha hablado con una contundencia fuera de toda duda no solo sobre la realidad de la existencia de Satanás y los espíritus inmundo, sino sobre el hecho de que a veces poseen a seres humanos. Es más, el Santo Padre les ha leído la cartilla a los que predican en contra de esa idea:
Hay algunos sacerdotes que cuando leen este pasaje del Evangelio, este y otros (sobre expulsión de demonios, n.d.r.), dicen: ‘Jesús curó a una persona de una enfermedad psíquica. No se lee esto aquí, ¿no? Es verdad que en aquel tiempo se podía confundir una epilepsia con la posesión del demonio; ¡pero es también cierto que existía el demonio! Y no tenemos derecho a simplificar tanto las cosas, diciendo: ‘Todos estos no estaban endemoniados; eran enfermos psíquicos’. ¡No! La presencia del demonio está en la primera página de la Biblia y la Biblia acaba también con la presencia del demonio, con la victoria de Dios sobre el demonio.
Alguno estará pensando: “Bueno, ya nos está asustando este hombre con cosas propias de la Edad Media y de un pasado superado“. Pues miren ustedes lo que les responde el Santo Padre:
¡Pero, Padre, usted está un poco anticuado! Nos asusta con estas cosas …’. No, ¡yo no! ¡Es el Evangelio! Y esto no son mentiras: ¡es la Palabra del Señor! Pidamos al Señor la gracia de tomar en serio estas cosas. Él ha venido a luchar por nuestra salvación. ¡El ha vencido al demonio! ¡Por favor, no hagamos tratos con el demonio! Él busca volver a casa, tomarnos en posesión … ¡No relativizar, vigilar! ¡Y siempre con Jesús!
Hace unos días, el arzobispo de Toledo y primado de España. Mons. Braulio Rodríguez, dijo quelo más novedoso de este Papa no es lo que dice sino cómo lo dice. Efectivamente, todos los papas anteriores a él nos han recordado que Satanás es un personaje real que influye sobre el hombre y la humanidad, pero no recuerdo a ninguno que lo dijera con esa contundencia, con unas palabras que no dejan lugar al menor de los equívocos.
Todos aquellos que van por ahí negando esa vedad han quedado hoy retratados ante la clara y nítida enseñanza del Vicario de Cristo. Ciertamente algunas enfermedades pueden producir efectos parecidos a los de una posesión, pero quienes han estado delante de una persona poseída y tienen cierta sensibilidad espiritual saben muy bien que lo que ven sus ojos no es un enfermo sino un poseído.
Como decimos por acá, “las cosas claras y el chocolate espero». Cuando el Papa habla a la Iglesia -su audiencia eran mayormente obispos- no se anda por las ramas. Dice las cosas como son.
Luis Fernando Pérez Bustamante