Fuente : https://infovaticana.com/2025/02/04/el-comunismo-y-la-excomunion-cuando-la-iglesia-tenia-claro-a-quien-condenar/
por Jaime Gurpegui | InfoVaticana | 04 febrero, 2025

En un tiempo no tan lejano, la Iglesia Católica hablaba con claridad sobre ciertas ideologías que hoy parecen camuflarse bajo nuevas etiquetas pero mantienen su esencia corrosiva.
Un ejemplo de esa claridad es el decreto de la Suprema Sagrada Congregación del Santo Oficio de 1949, que reafirmaba la incompatibilidad del comunismo con la fe católica y establecía sanciones severas para quienes lo promovieran o colaboraran con él.
Este documento, emitido bajo el pontificado de Pío XII, responde a cuatro cuestiones concretas:
1. ¿Es lícito afiliarse o apoyar al partido comunista? Respuesta: No. El comunismo es materialista y anticristiano. Sus líderes, aunque a veces proclamen respetar la religión, en la práctica la combaten y persiguen a la Iglesia.
2. ¿Es lícito publicar, propagar o leer libros y medios de doctrina comunista? Respuesta: No. Tales materiales están prohibidos por el derecho canónico.
3. ¿Pueden recibir los sacramentos los católicos que colaboren con el comunismo? Respuesta: No. Se les debe negar por no estar en disposición adecuada.
4. ¿Los católicos que defienden y promueven el comunismo incurren en excomunión? Respuesta: Sí. Y no en una excomunión cualquiera, sino en una excomunión especialísima reservada a la Santa Sede, al nivel de los delitos más graves contra la fe.
Este decreto es una joya histórica de la Iglesia que muestra el contraste entre el rigor doctrinal de antaño y la confusión actual. Hoy, en lugar de una condena clara del comunismo, vemos obispos que se fotografían con dictadores marxistas, conferencias episcopales que aplauden políticas inspiradas en el materialismo dialéctico y hasta un Papa que recibe a líderes comunistas con sonrisas y discursos ambiguos.
¿Qué ha cambiado? ¿Acaso el comunismo dejó de ser materialista y anticristiano? ¿Ha pedido perdón por sus crímenes? Nada de eso. La única diferencia es que la Iglesia institucional, en lugar de seguir siendo la voz profética que denuncia el error, ha optado por el diálogo y el buenismo, aunque para ello tenga que traicionar su propia historia y doctrina.
En tiempos de confusión, recordar documentos como este es un acto de resistencia. La condena del comunismo por parte de la Iglesia no fue una decisión política, sino una defensa de la verdad y de la fe. Y esa condena sigue vigente, aunque hoy algunos pretendan enterrarla bajo capas de ambigüedad y relativismo.